viernes, 31 de diciembre de 2010

Entre las olas

De entre las olas, niña,
de entre las olas,
alzó su efigie de ninfa
de entre las olas,
etérea sobre las aguas
celestial sirena alada.
Danzó sobre las olas
a contraluz del ocaso,
con el navegante osado
que retenía abducido.
Declinaba el atardecer
lejano en el horizonte
púrpura, casi amapola.
Según dice la leyenda,
entre las olas, niña,
entre las olas,
huyó irreal la ninfa
sobre el mar encrespado,
en las alas lleva asido
su argonauta prendado, 
entre las olas, niña,
escapó la ninfa,
entre las olas.

martes, 21 de diciembre de 2010

jueves, 16 de diciembre de 2010

Cádiz

Besos de espuma salina
bañan tu malecón de oro,
donde el eco de las olas
recrea esa coral marina
que oyes en las caracolas.


Allí se aspira el perfume
de las aguas de sus mares,
se ven las montañas de sal
blanca de los saladares,
se oye ulular los vientos
de Levante, de Poniente,
andas sus calles sombrías
escuchas sesear su gente.


Dominio de verdes mares
ciudadela de pescadores,
bancales de borriquetes
surcos sembrados de olas,
árboles de sabrosos frutos
con sabor a cañaillas.*
niñas que coquetas cuelgan
plomo en sus tirabuzones.


Las viejas calles umbrías
tus alamedas recoletas,
los encalados callejones,
sus luminosas plazoletas.
Fuentes, rúas de albero,
avenidas de palmeras,
teatro de los luceros
engalanado de estrellas.


Bajo el drago centenario
amores se han confesado,
han explorado sus cuerpos
amantes y enamorados.
Las casitas de colores
con sus fachadas al mar,
esas callecitas estrechas
que huelen fresca sal.


Los bloques de tus murallas
la esbeltez del Pirulí,
la cúpula de oro bruñida,
el minarete del muecín.
El Paseo en la madrugada
con temblorosas palmeras,
abrazado a una muchacha
susurrando una habanera.


Caminar la húmeda playa
aguardando a la alborada,
mientras arriban los barcos
que vienen de la caballa.
Gaviotas que revolotean
dibujando con sus alas,
arabescos con la sombra
que sobre la mar reflejaba.


Desde las altas zapatas
los pescadores lanzaban
para engañar a los peces
al mar anzuelos de plata.
Desde las torres miradores
anunciaban los vigías,
la vuelta de los galeones
para gozo de sus señores.


Un crepúsculo de fuego
flamea en las aguas quietas,
de la esplendente bahía
de tu embrujadora Caleta.
Crepúsculo de maravilla
que acostándose en el mar,
tiñe de púrpura las aguas
del horizonte a la orilla.


Bajo un vetusto baluarte
hacen guardia duradera,
una colorida milicia
de chalanas marineras.


Bocana de la ensenada
que asaltaron los piratas,
fenicia, romana, mora,
hermosa tacita de plata.

Este poema ya fue publicado hace tiempo, ahora retocado, rehecho, no sé si empeorado o no, lo publico ahora de nuevo.



Cañailla = Cañadilla = caracola, en el habla local, cañailla

lunes, 13 de diciembre de 2010

Duelo


Ay, Estrella que pena siento
que al cantaor de los bardos,
el de Una estrella de fuego
se lo han llevao los vientos,
adonde lo han de llevar
niña por última vez,
a la Plaza de los Herradores
o a la Estación de Jerez.



Paseadlo por Granada,
no dejéis de llevarlo
a las calles que cantó,
y en la Calle de Elvira
paseadlo lánguidamente
para que allí las manolas
le puedan rendir pleitesía
a Don Enrique Morente.



Esta noche sonó un trueno
que ha derribao al flamenco,
al compás de un martinete
los árboles han llorado,
camino del Sacromonte
cuando se han enterao.



Soleá, Mírame a los ojos
Que se me apareció la muerte,
Con suspiros de fuego, y ya sé,
que Mi hora mala llegó
porque Me faltan las fuerzas,
siéntame en la Plaza Vieja
que allí las gitanas están
Vendiendo Flores y quiero
que mi Estrella lleve
Un ramito de azahar.



Aunque es de noche, Antonio,
no Ignoran mis ojos tu presencia
y sé, que En un sueño viniste
y que antes de Amanecer
sonará por las acequias
el Agua clara que corre
mientras que Sueña la Alhambra.


Por las Calles de Cádiz
caminando en romería
van los flamencos dolientes,
al barrio Santa María
a pedirle, a Chano y a D. Aurelio
que reciban como merece
al gran Enrique Morente

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los partes subrayadas son titulos de algunas de sus canciones.

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martes, 7 de diciembre de 2010

Incéndiame…


Tu fuego vuelve a abrasarme
como antaño me abrasaba,
cuando desnuda mi piel
con tus deseos erizabas,
cuando penetraba en mí
con su vigorosa daga,
despedazando, rasgando
el interior de mis entrañas.

Incéndiame las entrañas
con tu volcánica lava,
apaga el fuego de mi cuerpo,
sofoca, esta brasa apasionada
que de pasión me consume,
deja que tu magma descienda
por mis empinadas laderas,
empuja, empújame asido
a la comba de mis caderas,
en tanto desbocado galopas
labraré surcos de sangre
en la llanura de tu espalda
mientras excitado cabalgas.
Empuja, empújame asido
a la esbeltez de mi cintura,
a mis alabeadas caderas,
a mis poderosas nalgas.


martes, 9 de noviembre de 2010

Aguardaré

Te espero cuando brille
como un espejo bruñido,
sobre la mar encalmada
la Luna con la pleamar.
Aguardaré a medianoche
zozobrante tu llegada,
desnuda en mi azotea
te esperaré ilusionada,
de madrugada te dejaré 
naufragar en la marejada
sublime de mi silueta,
por ese vasallaje pagaré  
largo tributo de lágrimas.
Tu calla, no digas nada
no equivoques las palabras,
regocíjate con el legado
de esta piel nacarada.
Gozarás de una velada
de placeres imborrable,
una dádiva memorable
que no podrás repetir.

Sucumbiré a ese desliz,
por una vez complaceré
tus obscenos caprichos,
tu lujuria más placentera,
me convertiré vanidosa
en tu cuerpo enredadera,
seré hontanar de gozos
manantial para tu sed,
sedante para tus ansias
seré…tu única mujer.
Ansío tus caricias suaves
remanso tras la refriega
orilla, en tu caleta serena.
Oliendo en mis jardineras
la aromática fragancia,
sutil de la hierbabuena.
Será para mí una ofrenda
excitante, inolvidable,
aquella estrella de sangre
olvidada entre mis piernas.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Crepúsculo


Bajaba una bola de fuego
a expirar en lontananza,
dándole un tono púrpura
al agua del mar en calma,
repitiendo como un espejo
las llamas incandescentes
que resplandecían sobre él,
mientras sucumbe el ocaso
a la sombra del anochecer.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Luna


La ví espejar sobre el agua
en mi nocherniego delirar,
ingrávida por los esteros
sobrevolando el salobral.
La ví bañarse desnuda
blanqueadita de sal,
reverberando su figura
sobre las aguas del mar.
Ay, como refulgía ella
de noche sobre el salinar,
desde su atalaya era
del saladar su vigía,
presume de plata vestida
reflejando de madrugada
en las salinas de la bahía.